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Tadeo, el niño genio queretano que resuelve operaciones matemáticas en 2.8 segundos

Cuando Tadeo entró condicionado a la primaria porque todavía no sabía leer, sus padres y maestra no imaginaban que podría resolver operaciones matemáticas en 2.8 segundos —sin calculadora, sin lápiz, sólo con su mente—, y que ese talento lo llevaría a ganar el campeonato internacional de cálculo 2023 en Malasia.

Originario de San Vicente Ferrer, en el municipio de El Marqués, Tadeo Rivera se dio a conocer pronto en su escuela como “un niño genio, que multiplicaba y dividía” como si fuera un alumno de quinto grado, hasta participar en distintas competencias en las que ganó tres primeros lugares, dos segundos y el Grand Champion de su categoría en Kuala Lumpur, Malasia.

Con 11 años de edad, Tadeo es hijo de padres trabajadores que no podían cubrir el viaje, pero su historia unió a San Vicente Ferrer para organizar rifas, ventas, clases de zumba y diversas actividades para reunir el dinero que completó la presidencia municipal de El Marqués, encabezada por Enrique Vega Carriles, para que el pequeño pudiera ir a Malasia con su familia y lograra el triunfo.

“En el rancho, en la presidencia municipal, todos han sido muy generosos, sin ellos no lo hubiéramos logrado”, reconoce Nadia Esqueda, madre de Tadeo, quien al igual que su padre, Jovani, ve con orgullo el triunfo del niño frente a 50 compañeros de 40 países del mundo.

“Empezaron a hablar de un niño genio”

Tadeo estudió el kínder en San Vicente Ferrer y cuando entró a primero de primaria, en una escuela del municipio de Querétaro, fue condicionado por no saber leer, pero ya sabía dividir y multiplicar porque aprendió cuando su primo iba a entrar a cuarto grado.

Sus operaciones son mentales y muy rápidas. Cuando se equivoca, lo vuelve a intentar y hace más cálculos porque es lo que le gusta. “No lo heredó de la familia”, dicen, entre risas, Nadia y Jovani.

Cuando se dieron cuenta de su talento, a los pocos días del inicio de clases, las maestras lo hicieron competir con niños de quinto. Entonces llamaron a los padres, para decirles que en la escuela “había un niño genio, luego nos dijeron que era Tadeo, que multiplicaba y dividía y nos emocionamos y nos recomendaron llevarlo a clases extra para desarrollar más sus habilidades”.

“Con el orgullo vino mucha responsabilidad, que a veces es lo que se nos complica. La maestra nos preguntó si le habíamos enseñado porque sabía hacer todas esas operaciones y no era algo que supiéramos enseñarle porque pasamos todo el día trabajando, fue una sorpresa y a la semana y media que entró a la escuela, empezó a leer”.

Tadeo disfruta más de las matemáticas que de la lectura, porque “son divertidas, puedes hacerlo de diferentes formas y siempre va a dar el mismo resultado, voy combinando los números y busco diferentes maneras. Por ejemplo, en la escuela dicen: forma una operación que me dé 70, muchos dicen 7 por diez o 70 por uno, yo buscaba más difíciles: la raíz cuadrada de 4 mil 900 o cosas así”.

Ese gusto lo lleva a hacer operaciones de manera muy rápida. Por ejemplo, en Malasia los competidores tenían cinco minutos para hacer 70 operaciones sin errores. Tadeo las hizo en tres minutos y 20 segundos, a pesar de que estaba muy nervioso porque competía contra los mejores del mundo.

Sus compañeros, dice Tadeo, lo felicitan y a veces la maestra le pide pasar a resolver las dudas de los demás, aunque cree que no es tan bueno para explicar y tampoco cree ser muy paciente, pero sabe que las matemáticas se le facilitan “más que a los demás, si nos dan una hora yo me tardo dos o tres minutos y veo a los demás estresados, pero les digo que se esfuercen, que yo no sabía leer y ahora se me facilita”.

Entre el futbol, la neurocirugía y la ingeniería aeroespacial

Nadia y Jovani le piden a Tadeo aprovechar todo su talento, porque “siempre nos ha visto trabajar, queremos que nuestros hijos sean mejores que uno, por eso sientes que quieres demostrarle que sí se puede, que, aunque tengas dificultad económica, sí se puede”.

Por eso, reconocen el esfuerzo de su hijo por llenar hojas de ensayo de operaciones matemáticas. “Siempre quiere hacer más, si falla en tres, él quiere hacer otra porque quiere superarse” y sus papás le piden divertirse, jugar, porque es algo tímido, un poco serio y bien portado, pero no debe olvidar su edad.

Cerca de su casa hay una cancha, donde todos los días juega futbol con sus amigos. Practicar ese deporte como medio delantero le gusta, pero no quiere ser futbolista, porque “la probabilidad de que logres una carrera, tomando en cuenta a las personas y futbolistas que hay ahí es del 0.51 por ciento”, dice.

De cualquier manera, quiere armar un equipo con sus compañeros de San Vicente Ferrer, aunque sus sueños pasaron de la neurocirugía, que quería estudiar hasta hace poco, a la ingeniería aeroespacial, de la que ya investigó todo lo que pudo.

“Sé muchas cosas, ya conozco la mayor parte de la carrera, sé que son bastantes años y que no es tan fácil que uno entre a la NASA, porque escogen desde el principio a los que vean que son mejores no sólo por calificaciones sino por experiencia”. No obstante, desde hace dos semanas Tadeo investiga todo lo que puede sobre ingeniería aeroespacial.

Nadia y Jovani están dispuestos a ayudarle en todo lo que puedan, y por eso trabajan hasta diez horas diarias, pues su prioridad es que su hijo siga triunfando. “Siempre nos ha visto trabajar y lo vamos a apoyar hasta donde podamos, nos enorgullece y queremos que sea lo que quiere ser, sabemos que tiene la capacidad de hacer lo que quiera y más que nada, queremos que sea feliz, esto se le da, le gusta y le apasiona”.  

Para Tadeo lo importante es que, en cada salón, cada niña y niño encuentre su habilidad y que se esfuercen por desarrollarla, para que esa tenacidad les ayude a construirse un futuro.

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