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La caravana se multiplica; va “chupando” gente a su paso

Tras caminar tres días por el sur de México y descansar durante una jornada entera para reponer fuerzas, la caravana de migrantes retomó ayer su rumbo hacia la Ciudad de México con ánimo renovado y más integrantes hasta llegar a la localidad de Villa Comaltitlán, en el sureño estado de Chiapas.

El grupo había partido el sábado de Tapachula, 60 km más al sur y casi en la frontera con Guatemala, con unas 2 mil personas, pero ayer había multiplicado su tamaño y aunque es difícil medir la cifra exacta de sus integrantes, activistas que acompañan a los migrantes aseguran que sumaban ya unos 4 mil.

Uno de ellos fue Bayron Zavala, un nicaragüense que se enteró de que el grupo se movía lentamente, tomó una bicicleta y decidió alcanzar la caravana en Huixtla para caminar con ella “hasta donde Dios nos dé la fuerza’’, dijo. “Si se puede continuar a Estados Unidos’’, agregó.

Los migrantes cruzaron sin contratiempos un punto de inspección aduanero, militar y de migración donde cotidianamente las autoridades decomisan drogas, armas y detienen a traficantes de personas y extranjeros que entraron irregularmente a México.

En este caso no fue así y por la tarde los hombres, mujeres y niños, en su mayoría centroamericanos, se instalaron en la plaza central de Villa Comaltitlán, un municipio de apenas 30 mil habitantes, para descansar y volver a la ruta al amanecer.

Aunque de mucho menor tamaño que las caravanas de 2018 y 2019, éste es el mayor grupo movilizado por el sur de México desde la pandemia. En enero, una caravana partió de Honduras, pero las autoridades guatemaltecas la disolvieron antes de llegar a México.

Los grupos que salieron este año de Tapachula estuvieron integrados por menos de un millar de personas y todos fueron disueltos, en ocasiones con un uso excesivo de la fuerza, por elementos de la Guardia Nacional y los agentes de migración.

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