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En Afganistán venden sus riñones para que sus hijos coman

«El pueblo con un solo riñón», así se le conoce región de Herat, ciudad del oeste de Afganistán, donde sus habitantes por la necesidad que viven son obligados a vender este órgano.

«No me quedaba otra opción. Debía hacerlo por el porvenir de mis hijos», dijo a la AFP Nooruddin, vecino del barrio más pobre de Herat, cercana a la frontera con Irán.

De acuerdo a medios locales, desde que los talibanes llegaron, Afganistán está viviendo una crisis económica muy cruel.

Según la ONU, casi 23 millones de afganos (55% de la población) padecen hambre extrema durante este invierno. Casi nueve millones de éstos están amenazados por la hambruna.

Nooruddin, de 32 años reveló a la agencia antes citada, que tras abandonar su trabajo en una fábrica y que coincidió con el regreso de los talibanes, sus ingresos cayeron. Su salario mensual se redujo a 3 mil afganis (32 dólares).

Para cubrir las necesidades de su esposa y cuatro hijos decidió vender un riñón, sin embargo, ahora se dice arrepentido porque las consecuencias fueron muchas.

«Ahora me arrepiento. No puedo trabajar. Siento dolores y no puedo casi levantar peso», señaló.

Nooruddin y su familia ahora dependen del dinero obtenido por el mayor de los hijos, de 12 años. Lustra zapatos por las calles por menos de un dólar diario.

Aunque en los países desarrollados la venta de órganos está prohibida, en Afganistán no ocurre esto.

«No hay una ley (…) que controle la venta o donación de órganos, aunque es necesario el consentimiento del donante», explica el profesor Mohammad Wakil Matin, excirujano en Mazar-i-Sharif (al norte del país).

En Afganistán no se le da seguimiento a las personas que han donado un riñón por lo que sus problemas de salud se agravan.

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