China confirmó el primer caso del sublinaje de ómicron BA.2, la BA.2.12.1, que está ganando terreno en países como Estados Unidos, en un momento en que el gigante asiático atraviesa una oleada de rebrotes con cifras récord de contagios no vistas desde el inicio de la pandemia en 2020.
Según un informe semanal del Centro chino para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el contagiado con esta subvariante, hasta un 27 por ciento más contagiosa que la ómicron BA.2, es un hombre de 27 años que tomó un vuelo desde Nairobi (Kenia) hasta la ciudad meridional china de Cantón el pasado 23 de abril.
Tras dar positivo por COVID-19 cuatro días después, el contagiado fue trasladado a un hospital local para recibir tratamiento, según el centro.
A diferencia de la mayor parte del mundo, que ya ha decidido convivir con el virus, China mantiene desde hace dos años una estricta política de tolerancia cero contra el COVID-19 con el argumento de proteger a la población mayor, que en un alto porcentaje no está vacunada, o evitar un hipotético colapso sanitario.
Sin embargo, la dureza de las medidas para atajar los rebrotes -especialmente en la metrópoli oriental de Shanghái, confinada desde hace casi dos meses- ha provocado una inédita reacción crítica en la población, que ha difundido innumerables quejas y videos de denuncia a través de las redes.
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó la semana pasada que las restricciones puestas en marcha no son sostenibles y recomendó un cambio de estrategia.
Los portavoces del Gobierno chino calificaron sus declaraciones de “irresponsables” alegando que las medidas tomadas han logrado salvar millones de vidas.
Según el último recuento oficial de las autoridades sanitarias publicado, China notificó una nueva muerte a causa de COVID-19 y 175 nuevos positivos, 162 de ellos por contagio local.