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A un día del Abierto Mexicano, Acapulco muestra contraste entre el torneo y la vida cotidiana

Al paso del Boulevard de las Naciones, en la zona Diamante de Acapulco, se asoma entre todavía algunos escombros la Arena GNP. Imponente, tal y como lucía hace dos años en su inauguración, con su brillante estructura de acero que sostiene el concreto que aloja a más de 10 mil aficionados cada que dos tenistas salen a la cancha de tenis.

En su interior, parecería que el complejo del Abierto Mexicano de Tenis esquivó el paso de Otis que prácticamente arrasó con Acapulco, pero no es así. Días enteros con decenas de trabajadores a marchas forzadas restauraron el inmueble para que a solo un día del arranque del torneo, luciera impecable, así, como si nada hubiera pasado.

Pero basta echar un vistazo a los alrededores para percibir que la realidad aún es otra, pues si bien “Acapulco se levanta”, los estragos de Otis se pueden sentir en cada uno de los rincones de la ciudad.

A la esquina de la Arena GNP, hace algunos meses, una gasolinera y un Burguer King eran la referencia para encontrar los accesos. Hoy ninguno de los dos existe. El campo de golf que adornaba con su césped intacto y sus monumentales árboles, ahora se mira entre restos de troncos que apenas fueron removidos hacia las orillas para abrir paso a los pocos golfistas que pasan la tarde en el lugar.

Si se continúa por el Boulevard de las Naciones ya se pueden ver algunos negocios retomando actividad. Restaurantes, centros comerciales y algunas farmacias ya tienen clientes que buscan satisfacer sus necesidades, y aunque se comienza a sentir vida en el lugar, las palmeras inclinadas con las hojas caídas y los edificios en ruinas, recuerdan el violento viento que azotó en octubre.

El cálido clima que corre por Acapulco mientras cae el sol, acompaña a los habitantes que poco a poco retoman sus actividades cotidianas y que, como lo han hecho toda su vida, se trasladan de sus hogares a la zona diamante para laborar. Allá en su casa, “donde la gente vive”, la realidad todavía es más desoladora.

“Aquí ya está más movido”, cuenta un habitante a ESTO que sin saber que se llevará a cabo el Abierto Mexicano de Tenis agradece la iniciativa, pues al final, como más del 90% de los habitantes de Acapulco vive del turismo.

Las zonas populares poco a poco también comienzan a tener vida, los servicios básicos regresaron en su mayoría, cuenta Esteban, quien vive en el fraccionamiento Costa Dorada y que afortunadamente no perdió su casa, pero sí ha vivido a través de sus conocidos, la desgracia de no tener un techo donde dormir.Acapulco camina paso a paso hacia la recuperación, la incertidumbre se palpa desde la entrada a la ciudad donde lejos de recibirte los tradicionales puestos de cocos y dulces típicos se miran las palmeras derrotadas.

Sus caminos se acompañan de los cientos de elementos de la Guardia Nacional que resguardan la costa y que además viajan con camiones llenos de electrodomésticos en busca de ayudar un poco a los que perdieron todo.

La Costera Miguel Alemán replica lo que se vive en zona Dimante: negocios que buscan retomar la vida, adornados de edificios que pareciera apenas se pueden sostener.

Si bien los servicios regresaron y poco a poco la ciudad se recupera, en las zonas donde más impactó Otis aún hay decenas de personas en busca de un poco de comida o agua. En diversos puntos se pueden observar tinacos enormes en los que se ofrece “agua potable gratis” y a lado de ellos, también la economía se reactiva en forma de vendedores ambulantes que ofrecen desde dulces, hasta juguetes para pasar un rato en la playa.

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