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Diez creadores conjugan arte y naturaleza por el patrimonio biocultural del país

En 1997, a la manera de los grandes naturalistas de los siglos XVIII y XIX, un grupo de 10 renombrados artistas mexicanos y extranjeros residentes en el país se dio a la tarea de recrear la amplia diversidad y extraordinaria belleza de la vegetación del semidesierto mexicano. El resultado fue una carpeta de grabados que en su momento sirvió para impulsar el proyecto del jardín botánico El Charco del Ingenio, ubicado en San Miguel de Allende, Guanajuato.

Poco más de un cuarto de siglo después, esas extraordinarias obras vuelven a cobrar vida gracias a la exposición Miradas artísticas a la naturaleza mexicana, que se inaugura hoy a las 19 horas en el Centro Cultural Bella Época, del Fondo de Cultura Económica (FCE), como parte de la celebración del 90 aniversario de ese sello editorial, que se cumple este 2024.

Son 10 grabados en serigrafía, de 85 por 65 centímetros, cuyo valor trasciende el aspecto estético al conjugar arte y naturaleza en pos de la conservación del patrimonio biocultural de México, dijo a La Jornada César Arias, presidente del consejo directivo de El Charco del Ingenio.

Todas las obras están dedicadas específicamente a la naturaleza del semidesierto, agregó, hábitat donde florecen cactáceas, agaves y otras especies de suculentas que configuran gran parte del paisaje de México y que han desempeñado un papel relevante en la historia natural y ancestral del país.

Fueron creados en 1997 e impresos en el taller del neerlandés Jan Hendrix, uno de los artistas participantes en la muestra junto con Joy Laville, Pedro Friedeberg, Sergio Hernández, Miguel Castro Leñero, Carla Rippey, Mario Palacios Kaim, Martha Helion, Boris Viskin y Roberto Turnbull.

Aunque tienen más de 25 años, son obras muy vigentes por su belleza. Todas tienen el mismo referente temático: las plantas del semidesierto mexicano, que son la colección que tenemos, pero cada autor las interpretó con plena libertad, con su estilo. Es muy interesante ver cómo cada uno lee la biodiversidad, indicó.

Ofrenda grupal

El activista ambiental definió las obras como una ofrenda grupal, pues los creadores las donaron para ayudar al jardín botánico a salir adelante: Se hicieron varias carpetas que, en su momento, pudimos vender, aunque todavía quedan algunas. Se logró ese apoyo porque El Charco del Ingenio, a lo largo de estos 33 años, siempre ha tenido una vertiente o interés en vincular arte y ciencia.

Esta es la tercera ocasión que se exhibe ese conjunto de grabados. La primera fue entre noviembre de 2022 y febrero de 2023, en la sala de exposiciones temporales del entonces recién inaugurado Centro de Interpretación Ambiental de El Charco del Ingenio, y la siguiente en el Centro Cultural Ignacio Ramírez El Nigromante, en San Miguel de Allende, de febrero a abril del año pasado.

Tras su presentación en la Ciudad de México, la idea es llevar la exposición a otros lugares interesados en el patrimonio biocultural de México, específicamente en las plantas del desierto y semidesierto mexicanos.

Puede ser en otro jardín botánico, porque hemos estimulado en la Asociación Nacional de Jardines Botánicos que este tipo de espacios salgan de su área taxonómica, botánica y científica, y se abra a otras vertientes del quehacer social, no sólo el arte, sino también a los saberes de las comunidades indígenas o campesinas, que guardan una información increíble sobre las plantas, señaló Arias.

Hay muchas vertientes en las que un jardín botánico puede trabajar, y El Charco del Ingenio ha tenido esa misión: abrirse a la sociedad. Somos un jardín etnobotánico porque trabajamos con las comunidades del norte de Guanajuato; hay otros que empiezan a tener esta inquietud de no encerrarse en el gabinete, en la investigación científica, sino que se abren a las prácticas sociales, a cómo la gente usa las plantas.

Refuerzo de una tradición

Para Marco Barrera Bassols, coordinador de Vinculación internacional del FCE, esta colección de grabados es importante no sólo por la calidad y el renombre de los artistas participantes, sino porque refuerza una tradición presente en México desde la época prehispánica: colocar a la naturaleza como centro de la reflexión artística y del conocimiento.

Me da mucho gusto que una carpeta temática de esta naturaleza, que tiene sus años, resurja y muestre cómo en la historia de la gráfica en el país hay grandes artistas que están contribuyendo a tener miradas diferentes sobre nuestro entorno.

El también museógrafo destacó que con esta muestra, que permanecerá hasta el 31 de enero en la galería Luis Cardoza y Aragón del Centro Cultural Bella Época (Tamaulipas 202, colonia Hipódromo), el FCE arranca el programa conmemorativo por su 90 aniversario.

En el terreno de exposiciones, se prepara otra dedicada a homenajear a los ilustradores que han colaborado con esa casa editorial a lo largo de nueve décadas, la cual se planea montar en el Museo de la Cancillería, en fecha aún por determinar.

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