La negativa de familiares de pacientes fallecidos a donar órganos de éstos es uno de los principales impedimentos para que esta práctica prolifere en México, donde una tercera parte de quienes esperaban ese beneficio en 2019 pudieron alcanzarlo, señaló Guillermo Martínez Delgado, investigador de la Universidad de Monterrey.
El especialista sostuvo que para atender la demanda en la materia en el país se requieren 20 donaciones por cada millón de habitantes, lo que tiene que ver con los dadores que han perdido la vida, además de motivos de índole religiosa, jurídica, cultural, ética e incluso prejuicios y desinformación que están detrás de la desaprobación por parte de los parientes a dicho procedimiento.
Con la pandemia del COVID-19, las posibilidades de llevar a cabo trasplantes se vinieron abajo, pues “al dar prioridad a la enfermedad causada por el virus SARS CoV-2 la mayoría se canceló hasta nuevo aviso”, aunque con un plan de reactivación en julio de 2020 se intentó un equilibrio entre ambas.
El investigador declaró que antes de la emergencia sanitaria se encontraban en lista de espera 22 mil 602 personas, pero sólo 7 mil 70 lograron la meta, es decir, al año uno de cada tres que necesita una intervención hepática, renal, cardiaca o de córnea cumple su objetivo.
En 2020 se canceló gran parte de las operaciones y todavía no hay un reporte oficial, mientras que 23 mil 390 sujetos están aguardando su turno.
En 2019, sumaban 16 mil 814 mexicanos que demandaban trasplante renal, de los cuales se realizaron dos mil 956 –uno de cada seis– luego de un tiempo de espera de 38 meses y en 2020 la cifra ascendió a 17 mil 418.
En el caso de córnea había cinco mil 424 y los trasplantados fueron tres mil 829, en un plazo de ocho meses; en 2020 el número se elevó a cinco mil 570. En cuanto a hígado, había 290 pacientes y se llevaron a cabo 218 después de 5.5 meses y el año pasado se reportaron 317.
Los trasplantes cardiacos fueron solicitados por 38 personas y 32 las intervenciones efectuadas.