El príncipe Harry y su esposa, Meghan, dejaron este martes de representar de manera oficial a la monarquía británica, comprometidos con “contribuir” en la batalla contra la pandemia del coronavirus COVID-19 que tiene en jaque a todo el planeta. Los duques de Sussex anunciaron el pasado enero su intención de dar un paso atrás en sus funciones como miembros de la realeza, una noticia que si entonces generó una avalancha de titulares y sentimientos encontrados entre la ciudadanía y la propia familia real, hoy pasa prácticamente desapercibida frente a la gravedad de la crisis de la COVID-19. Su adiós definitivo como miembros de la realeza llega en un momento delicado a nivel global, con los gobiernos volcados en dar una respuesta contundente a la pandemia, y en el que en el Reino Unido temas hasta ahora relevantes, como el Brexit -salida del país de la Unión Europea- o el “Megxit” -término acuñado por los medios para denominar la salida de los duques de la casa real- quedan en un segundo plano.
La pareja, que tiene un hijo, el pequeño Archie, y ambiciona con llegar a ser económicamente independiente, abandonó recientemente Canadá para mudarse a Estados Unidos e iniciar allí un nuevo capítulo en sus vidas. En referencia a la situación sin precedentes que atraviesa el mundo, los duques despidieron su etapa monárquica dejando ayer un mensaje en su cuenta de Instagram, que permanecerá inactiva junto con su página web. La autora y experta en casa real Penny Junor observa, en declaraciones a medios locales, que esta marcha oficial de la pareja queda de alguna manera empañada ante la magnitud de la crisis. La coyuntura hace que los duques puedan volverse “bastante irrelevantes” en el marco global, pues en momentos así son la reina y otros miembros en funciones de la monarquía quienes se sitúan al frente de los esfuerzos nacionales para frenar la enfermedad. El mismo príncipe Carlos, heredero al trono británico y padre de Enrique y Guillermo, dio recientemente positivo por coronavirus, si bien ha dejado ya el aislamiento.